lunes, 26 de marzo de 2012

Nostalgia

Hola a todos,

El Vesubio al fondo.
quiero contaros la locura momentánea que tuve ayer. Pero para ello he de retroceder a años anteriores.

Siempre ma ha apasionado escribir y contar historias. No sé cuantas historias me habré inventado de pequeña para entretenimiento de mi prima María. No recuerdo cuantas habré empezado y ha leído "mi Vero". Y ni tan siquiera los relatos que a veces me imagino y luego simplemente permanecen en mi mente, guardados, esperando a su momento.

A pesar de mi pasión, nunca me he terminado por decidir por el camino, que, aparentemente, debería ser el mío. En mi niñez en el colegio, he debido soportar profesores incompetentes, oír algunas frases como "eres tan tonta que no será ni capaz de hablar tu propio idioma". A este profesor en concreto le doy las gracias. Sí, sí, lo que acabáis de leer. Le doy las gracias. Siempre he tenido una habilidad especial para hacer lo contrario a lo que se espera en principio de mi.

Sus palabras han resonado en mi cabeza durante años. Con 16 años una persona que se cruzó en mi vida, me tentó, me "sfidò", perdonarme pero no encuentro la palabra exacta en español. Ella hablaba perfectamente inglés, y me propuso una apuesta. Yo siempre le decía que hablaba inglés porque realmente le gustaba, que si a mi me gustase un idioma también sería capaz de hablarlo. Así cogimos un idioma en la escuela de idiomas de mi ciudad, uno que ninguna de las dos tuviese ninguna noción, que jamás hubiese estudiado. Ese fue el italiano.

El verano antes al comienzo de mis clases de italiano salió una canción, que se oía "dovunque", por doquier, hablo de "Perdono" de Tiziano Ferro. Aunque también debería recordar "shake" de Zucchero. El caso es que ambos discos lo compré, y sonaba y resonaban entre las cuatro paredes de mi habitación. Italia había conquistado mi oído. Era capaz de distinguir sus sonidos sin problemas, de comprender expresiones que nos son completamente opuestas. Y aprovecho para decir a quien crea que el italiano y el español son prácticamente iguales que mejor que cierren el pico, que está muy feo hablar de lo que no se sabe.

Añado para documentar mis palabras mi propia experiencia en Italia. La primera vez que fui allí era para la boda de una prima de mi ex. Allí parece que nadie se había dado cuenta que yo hablaba italiano. Tenía por aquel entonces 20 años, es decir, llevaba ya 4 años de enseñanza del idioma, y una de sus tías me dijo "Tu parlis italiano?" Obviamente no se dice así en italiano, pero ella creía que así se diría en español. Recuerdo que me dirigí hacia mi ex y le pregunté en español que cual era la razón por la que me trataban como a tonta o como a sorda, que si no sabía que yo lo hablaba sin problemas. Aún tengo la imagen de sus caras atónitas. Desde entonces no dicen que es igual.

Otra anécdota está protagonizada por mi ex-cuñado. Me llamó mi madre por teléfono estando allí. Tuve una conversación de aproximadamente unos 20 minutos, tiempo suficiente para que una persona se habitúe a los fonemas de un idioma que le es común o al menos, que reconoce fonéticamente. Pues bien, al finalizar la llamada me dijo "me siento idiota, no he entendido una la palabra".

Vuelvo al tema. Tiziano me ha acompañado durante mis primeros años de escuela. El tercer año de escuela se cruzó en mi vida un italiano que ha estado presente hasta septiembre del año pasado. Para que voy a mentir, aún sigue presente, pero no de la misma forma. A él le molestaba muchísimo escuchar a Tiziano, y eso unido a un disco que sacó que me desilusionó un poco, abandoné su música. Tiziano ya no sonaba en mi habitación.

He estado años sin escuchar ni una sola de sus canciones. Y sin echar de menos ni una de ellas. Y el otro día, por casualidad, (ya sabéis que no creo absolutamente en las casualidades) me topé con una de ellas "l'ultima notte al mondo" de su disco "l'amore è una cosa semplice". Adoro esa canción. Con ella vinieron las que completan el disco, y después todas las demás. Y en mi corazón se ha despertado una nostalgia.

Spaccanapoli, es una calle que divide Nápoles en dos.
Ayer mientras escuchaba "scivoli di nuovo" se me acumularon imágenes en mi cabeza, olores, tactos. Y por un momento pensé en él con nostalgia. Duró solo un segundo, pero me destabilizó un poco. Me puse a reflexionar sobre el por qué de aquel anhelo. Y llegué a la conclusión.

Cuando decidí que esa persona no podía estar más en mi vida, que ya sólo me hacía daño, corté toda relación con Italia, música, personas, idioma, todo. Hacía muchísimo que no pensaba en mis días en Italia, en los paseos por las calles de Nápoles, y por un momento las eché de menos. Su ajetreo, su desorganización e incluso su suciedad, la cual tanto he criticado. Y eché de menos Nápoles, y añore esa relación tan especial que tenía con Italia.

No es a él al que añoro, mucho menos después del final que tuvimos. Pero me falta mi "segundo hogar". Me falta Italia. Pasar más horas hablando italiano que mi propio idioma, sentirme ciudadana de un lugar que no era el mío.

Creo que volveré algún día a Nápoles, a Italia, para despedirme de esa vida que tan abruptamente abandoné.

Pd: recomiendo encarecidamente que cerréis los ojos al escuchar la canción, y penséis y no os invadiría igual que a mi la nostalgia por un pasado.

  

sábado, 3 de marzo de 2012

Elecciones

Hola...

¡Qué difícil es elegir! ¿Verdad? En la vida se nos plantean diariamente una serie de disyuntivas, que, en mayor o menor medida, son fáciles de resolver. Pero no siempre es así. En ocasiones se cruza en nuestro camino una de esas elecciones complicadas, de esas que pueden determinar, al menos, tu futuro cercano.

A mi se me ha presentado una de esas, y en un principio creí que había seleccionado bien mi respuesta. Ahora dudo. ¿Hice bien? ¿Debería seguir por la senda que decidí escoger? Me resulta imposible contestar a mis propias preguntas. Y no hay nadie que pueda ayudarme, porque, cualquiera de las respuestas es válida. Tanto sí, como no.

Aún tengo tiempo de dar marcha atrás. El problema es no saber exactamente qué se quiere. ¿Los beneficios compensan las condiciones? ¿Es eso lo único que espero de la situación? ¿Me conformo con ser sólo apetecible en ese sentido? ¿Quiero sólo eso?

Durante la resolución del problema aparecen más y más preguntas. Pero las respuestas parecen no querer dar la cara. Me rehuyen.

La situación empezó a complicarse hace tiempo, y me he dejado arrastrar en la vorágine de ilusión y excitación. Pero hay una cláusula del contrato que no me convence. Es la que me hace recular, dudar, e incluso, aborrecer la idea de que suceda lo que me apetece.

¿Cómo confiar cuando nada te da pie a ello? ¿Cómo hacerlo si desde tu fuero interno algo te grita con fuerza que no? ¿Soy realmente así? ¿Estoy dispuesta a comportarme así? ¿Qué quiero? ¿Qué me permite mi moralidad hacer realmente?

Cuantas más vueltas le doy más se enreda, más difícil es divisar la respuesta, se complica más y más, hasta sentirme anclada en un mar de dudas del que no puedo salir. Cuando resuelvo una de las dudas, se me plantea otra. Parece no tener fin. Es como estar inmersa en un laberinto caótico lleno de palabras sin sentido que no llegan nunca a juntarse para formar respuestas y razones concretas que me lleven a dilucidar la solución.

Aún tengo tiempo...

jueves, 1 de marzo de 2012

Desde el bus


Hola...

Os escribo desde el autobus de camino a la capital. Adoro Madrid. Hay mucha gente que se agobia mucho allí, yo no. Me gusta así de caótica, grande y ajetreada.

Me han comentado miles de veces que me gusta porque realmente no vivo allí. Puede que tengan razón, pero sigo opinando que no es tan tremenda. Las personas deberíamos aprender a no engrandecer los problemas, los agobios y las sensaciones en general. Hay que tomarse las cosas con mucha más tranquilidad de la que lo hacemos.

El pasado sábado quedé con "mi Vero" y estuvimos, bueno voy a ser sincera, prácticamente no la dejé hablar nada, hablando de la edad. De lo que se supone que nos corresponde hacer que va acorde con nuestro dígito de vejez.

Me explico mejor. Como ya he comentado muchas veces, hasta no hace mucho he tenido pareja. Eso es lo que se considera correcto. Actualmente, cuando algún familiar me pregunta por mi novio, hay algunos que todavía no se han enterado que le dejé, y le respondo que ya no le tengo su frase es algo así como "bueno, no desesperes ya saldrá alguno". ¡Pero cuándo he dicho yo que lo quiero y lo más importante, que esté desesperada por tenerlo!

¿Por qué se nos exige socialmente uno plazos de crecimiento personal? ¿Y por qué los aceptamos?

Cada día me doy más cuenta que en esta vida tenemos que vivir homologados; la talla que se considera correcta, la altura que se considera normal, no excederse en la decoración corporal, como tatuajes, pendientes etc. Y en el caso de ser mujer en ir siempre perfecta en general.

Pues bien, yo no lo acepto. Me ha tocado una talla "no correcta", una altura "no normal", y mi cuerpo es mio y hago con el lo que me de la gana. Mucho consideran que debería avergonzarme por no ser, lo que yo he titulado, una niña bershka. Y sinceramente estoy harta.

No quiero pareja, no quiero casarme, no quiero tener hijos, no quiero dejar de estudiar, no quiero ponerme a dieta, no quiero avergonzarme por como soy. ¡NO QUIERO HOMOLOGARME!
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